29 abr 2010

Algunos comentarios sobre el libro

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Henríquez: La cafetería de Phil (2009)

Este poemario (cuyo seudónimo esconde, protege o simboliza, según sus intenciones, el verdadero nombre del autor, y que considero obligatorio mencionar aquí en honor a la calidad de su poesía: Ariel Guallar) podría resumirse, a mi criterio, en unos pocos versos del anteúltimo poema: "Historias/como espejos/o autos hundidos". De este modo tan breve como preciso y claro, se encierra toda una concepción de la mirada que el autor parece tener sobre el mundo, o más bien el resultado que la visión del mundo ha provocado sobre sus ojos, recibiendo ahora de ellos una mirada cercana al cinismo, pero sin sus rasgos paralizantes o negativos. El sarcasmo, la ironía aportan sus matices, y el humor va tomando tintes ácidos sin volverse grotesco ni pesimista. La mirada, por lo tanto, es letal, como en uno de los primeros poemas: Hasta que, pero también puede ser nostálgica y de una sensibilidad lindante con lo emotivo, como en Allá arriba. El estilo elegido también es particular, porque crea en los poemas un espacio intermedio entre lo real y lo imaginado. La percepción no es explicada ni descripta, sino "traducida" con palabras que van adquiriendo un ritmo logrado con diversidad de recursos: dobles sentidos tomados del inconciente colectivo, metáforas literarias, imágenes de todo que se caracterizan por su originalidad de bajo perfil, incluso recursos surrealistas o simbolistas. Estos últimos son una nueva vuelta de tuerca a este método poético, ya que sin ser un heredero directo, toma la misma visión torcida y rebuscada para amoldarla a una mirada personal, más localista, autóctona. El ejemplo más claro es Una visita, donde los poetas surrealistas se codean entre sí en un ambiente donde el tiempo y el espacio se convierten en juego de su propia imaginación. También puede verse, aplicado menos como juego literario que como verdadero poema, en Salutación revisitada. Los temas son variados, y pueden clasificarse a modo general en poemas de viaje, donde las rutas y los paisajes abiertos son otras formas de representación poética; poemas largos, donde predomina la sátira clara pero nunca ideológica, sólo sarcástica sobre el hombre en general, como en Don Diego; los poemas cortos, de precisos y rotundos conceptos encerrados en definiciones de aparente inocencia, como en Diferencia o semejanza; los poemas de nostalgia y recuerdo, como Perro-pez o Allá arriba. La cafetería de Phil es una sección aparte, que encierra un conjunto de poemas que tienen en cumún, además de su estilo, un mismo espacio, que bajo la mirada del autor, es más un lugar poético que físico. En esta cafetería se dan cita fantasmas y personas, pero también es un sitio de convergencia de otros tiempos y lugares. Ríos y puertos enriquecen el ambiente poético, como "un desfile de pueblos perdidos", citando al propio autor, o más bien como "locaciones inexactas". Pero todo esto, que parecería un caos de confusión, es simplemente una amalgama de especias o sustancias químicas, una alquimia de olor apenas perceptible, que tiene la propiedad de generar imágenes en el lector, de evocar espacios y recuerdos escondidos, casi perdidos en la mente de cada uno. Altillos o rutas , bares o habitaciones. Guallar sabe convocarlos con su voz baja, pero muy filosa.



http://lasmanosdeuriasheep.blogspot.com/2010/03/lecturas.html


otra observación en:
http://agustingribodo.blogspot.com/2010/03/tres-poetas-tres.html



El autor, sorprendidamente agradecido...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te felicito. la crítica de las manos me parece muy acertada.

en este momento, tengo mi ejemplar prestado a una demiurga. el libro es más que mágico.

Ariel Guallar dijo...

Gracias, me alegra mucho que el libro viaje.
Y todavía más que sus lectores también.
Un gran abrazo,
A.